Reflexiones sobre la Orgonomía actual

La Orgonomía, al igual que todo, sufrió la embestida del tiempo. Poco sabemos del tiempo, de su naturaleza y de lo que representa exactamente, pero al menos conocemos las consecuencias de su manifestación. 
Podríamos sintetizar diciendo que el tiempo nos permite metabolizar acontecimientos, situaciones que en un primer momento, frente a su irrupción, nos conmueven. "El tiempo todo lo cura", "nos damos tiempo" para aceptar experiencias dolorosas y hasta para tolerar las buenas. El tiempo nos da perspectiva, nos asienta y nos enfría.
Este proceso opera tanto en lo individual como en lo social, en lo personal como en lo institucional; de tal forma, lo desconocido logra transformarse en conocido. En términos generales, todo organismo sorprendido por lo "extraño" se perturba, desestabiliza y sintiendo ese contacto como amenaza, alerta su sistema defensivo.
Lo nuevo -llámese virus, idea, insight, descubrimiento, etc- "cimbronea" lo establecido durante un tiempo relativamente corto hasta ser metabolizado, de tal suerte que ambos quedan transformados. Este mecanismo natural opera en todos los ámbitos y es el vehículo de la evolución.
En una dialéctica constante vamos absorbiendo lo nuevo transformándolo y transformándonos. Por este motivo se nos hace difícil, pasado cierto tiempo, diferenciar las partes intervinientes. ¿Dónde queda la enfermedad una vez curada? ¿Cómo diferencio el conocimiento adquirido de lo que soy?

Ahora bien, ¿qué pasó con la Orgonomía? ¿Dónde quedaron los descubrimientos reichianos? ¿Y la intención profunda que los asistía?
Es evidente que el sistema cultural progresa por esa absorción transformadora, como también está claro que Reich fue un elemento perturbador para su época. Lo demuestran sus cambios de residencia permanentes y la persecución de sus últimos años. Pero ¿por qué hoy ya no es una amenaza? ¿Por qué se estudian sus libros con tanta liviandad, sin producir aquel revuelo? ¿Por qué el mismo contenido que hizo temblar en las décadas de los 60 y 70 hoy es uno más entre tantos? 
Cual monstruo hambriento, la cultura logró robarle al mensaje su intención profunda, el sentimiento, lo esencial. De eso se alimenta -nos alimentamos- devolviendo al mundo contenidos vacíos. Ellos quedan deambulando a nuestro alrededor pero ya no son lo mismo. Visten su misma apariencia pero no poseen la energía vital inicial.
Reich hace alusión a este mecanismo mostrando cómo una verdad puede transformarse en mentira al perder su movimiento. Porque la verdad no es un contenido sino una función, como bien queda expresado en "El significado bioenergético de la verdad" en su libro "El asesinato de Cristo". Como función natural, "la verdad es una parte integral del organismo y depende de la integridad...", del movimiento y la libertad vegetativa. Por este motivo un contenido pierde su verdad al perder espontaneidad.
Así, "la verdad reichiana", intolerable en un primer momento para el cuerpo, ya fue seguramente metabolizada y transformada en "mentira" a través de infinitas repeticiones descargadas. Lo substancial del mensaje, su esencia, ya fue absorbida y asimilada, no pudiendo aislarse del organismo humano; éste ya logró incorporarla, de tal modo que no podemos diferenciarla de la totalidad en que ambos -organismo y verdad- fueron modificados. El contenido del mensaje, en cambio, vacío, librado al azar y despojado de profundidad, vaga en escritos por el mundo...
Entonces puede verse claramente cómo "aquello" y "esto" no son lo mismo, poseen la misma vestimenta, provienen de la misma fuente pero la energía que alimentaba "aquello" fue incorporada a través del tiempo, y "esto" es tan solo el residuo.

La verdad reichiana, cual alimento, ya forma parte de nuestro ser, ya la poseemos de algún modo, es nuestra, aun sin conocerla con palabras... Las premisas fundamentales de la Orgonomía residen en las células de las nuevas generaciones, que fueron transformadas y transformadoras, y que desde el interior de cada ser plasman día a día un nuevo mundo. 

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