Origen del Sentimiento de Culpa

 ¿Qué es la culpa? ¿Por qué la sentimos?


Lejos de ser una construcción cultural, como muchos suponen, la culpa es el sentimiento que da cuenta del grado de conciencia que el ser humano posee de su separación de la totalidad, de su existencia polarizada. Tiene su origen en el momento mismo del nacimiento y responde a la sensación de caída producida por el corte del cordón umbilical. Su referente corporal es el diafragma, y su represión supone una disfunción importante en el manejo de la realidad.


La culpa acompaña al individuo desde su nacimiento como consecuencia de la pérdida de la unidad y de su ingreso en la polaridad (en términos físicos, la expulsión del vientre materno y el contacto con la fuerza de gravedad terrestre). Estar en el mundo es tener culpa, entendiéndose por culpa la sensación de falta o error.  Que la realidad sea polar (bueno-malo, lindo-feo, chico-grande, etc.) hace que cada vez que elijamos uno de los polos estemos perdiendo el otro (esto es, estemos errando). La imposibilidad de tomar ambos polos opuestos es parte de las leyes materiales. Siempre debemos optar por uno de ellos: si voy, no me quedo; si ayuno, no como; si me detengo, no avanzo. La pérdida de la unidad cada vez que elegimos una opción es sentida como falta, como culpa.


Esa sensación de error permanente nada tiene que ver con el contenido de lo que hagamos, ya que no hay algo que esté bien y algo que esté mal. Bienmal es, al igual que todas las polaridades existentes, una unidad; y es la ruptura de esa unidad la que promueve la culpa. Es por este motivo que la religión católica habla del “pecado original”, el que bien interpretado haría referencia a la caída en el mundo polar, a la pérdida de la unidad. Claro está que el catolicismo se encargó de utilizar esta realidad física para sus intereses, creando la fantasía de que el “error” está en una mala elección de los contenidos polares. De este modo se intenta borrar la realidad de que, hagamos lo que hagamos, “estamos pecando” (utilizando la terminología de la Iglesia).


¿Entonces, qué es la culpa? 

Es la sensación permanente de estar perdiendo la unidad a cada paso. Es la corroboración de nuestra imperfección, la conciencia de nuestra incompletud en cada acción que llevamos a cabo.

No sentirla es negar que estamos tomando sólo un pedazo de una unidad que se nos escapa en cada movimiento. No sentirla es fantasear con una omnipotencia que no poseemos, creyéndonos capaces de acertar o dar en el blanco. 


En el contexto de la identidad funcional cuerpo-mente (esto significa que lo que se manifiesta en uno también se manifiesta en el otro), el diafragma se ubica como la zona más afectada por la separación de la madre -separación que se encuentra mediada por el corte de cordón umbilical- constituyéndose en el sustento biológico de la culpa. En el momento del nacimiento, el diafragma reacciona frente a la sensación de caída producida por la acción de la fuerza de gravedad sobre nuestro organismo, permitiéndonos así la adaptación a las nuevas condiciones. Esa mínima tensión diafragmática nos posibilitó iniciar el ritmo respiratorio (inspiración-espiración). Por ser una realidad palpable en el cuerpo, no sentir culpa es negar una condición física que se nos impuso desde el nacimiento. La culpa no es sino la corroboración de que somos seres castrados e incompletos, y que deberemos conformarnos con una visión disociada de la unidad. Es decir, lo que originariamente es sólo uno será percibido por nosotros en forma secuenciada en dos momentos diferentes. El tiempo, por tanto, no es otra cosa que la percepción disociada de una unidad a la que no podemos aprehender directamente.


La culpa es la confirmación de esa distancia con la unidad, la conciencia de nuestra percepción limitada y la corroboración de que toda acción estará siempre errada. Sólo quien asume la culpa como parte de su naturaleza puede llegar a superarla. Sólo quien es capaz de aceptar sus límites puede trascenderlos. 


2 comentarios :

  1. Entonces tolerar que el diafragma se suelte es la clave para la vuelta perceptiva a la Unidad? Creo que sí.

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  2. Gran ayuda la que nos brindan estos artículos, con una explicación tan bien argumentada y accesible a todos. Y la aceptación de los límites como objetivo claro para la superación. Además es una lectura a la cual podemos recurrir siempre, ya que nos dan una visión más amplia de la realidad que a veces nos abruma; entonces tenemos más posibilidades de aceptarla.

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