Reflexiones en Pandemia

 De vez en cuando la enfermedad y la muerte —como contracara de la salud y la vida— se manifiestan más abiertamente, se nos imponen, nos someten. Y aunque están allí siempre presentes, todos nuestros sentidos se encargan habitualmente de negarlas, de postergarlas, ocultándolas astutamente. Pero cuando ellas logran robustecerse, crecer, expandirse, nuestro poder de repulsión se desvanece y quedamos indefensos frente a la inexorabilidad de su existencia.

De vez en cuando los seres humanos debemos enfrentarnos a lo ignorado por décadas, a años plagados de inconsciencia, a las sombras generadas por el miedo. Y entonces los fantasmas ocultos en el día nos recuerdan que llegó la noche, la soledad, el desconcierto. Y la supuesta grandeza de los yoes se desvanece, dejándonos expuestos al vacío. 

Lo peor es la falta de experiencia, el poco ejercicio en dominios de gigantes. Lo peor es seguir creyendo que depende de nosotros aquello que es más grande, seguir esperando abarcar lo inabarcable, seguir buscando reducir su poder en lugar de abrazarlo.

La enfermedad y la muerte no siempre fueron enemigas de la salud y la vida. Las transformamos en espectros pretendiendo tomar sólo la mitad de la totalidad que somos. Su ostracismo, fruto de la intolerancia y el olvido, es la herencia que hoy debemos redimir, comprendiendo, abarcando.

La saludenfermedad como la vidamuerte son unidades esenciales. Que nosotros las percibamos  secuenciadas no habla de ellas sino de nuestra imposibilidad de aprehenderlas. Que nosotros juguemos a aniquilarles una parte, a mutilar lo que a nuestro juicio sobra, no habla de autoconocimiento sino de arbitrariedad y atropello. Y en nuestro juego de niños destrozamos la totalidad en insatisfechos juguetes hasta que la madurez del alma despierte y nos libere.

La realidad, así polarizada, nos sigue incitando a aceptar lo que no queremos, a tomar las condiciones vitales como tales, a percibirnos más allá de las circunstancias. Y por tal motivo empuja una y otra vez, mientras nuestra vehemencia responde con mayor resistencia en un círculo inacabable. En esto consiste la vida de los seres mutilados, en esto hemos transformado el camino que debería transformarnos, en esto perdemos nuestro acceso a la conciencia.

De vez en cuando la vida nos invita a abrazarla. 


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